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LA MENTE: LAS VISIONES DE OCCIDENTE Y ORIENTE

La manera más corriente de concebir la mente en Occidente es con referencia al racionalismo, en particular desde que recibió el impulso de la lógica cartesiana. En esta concepción, lo mental es equivalente al pensamiento racional,

al pensamiento lógico, al tipo de pensamiento que se ajusta a las leyes de la lógica. Es característico de esta perspectiva afirmar como método de conocimiento el método analítico. El método analítico consiste en observar el objeto de conocimiento dividiéndolo o fragmentándolo, descomponerlo en partes más pequeñas, compararlo, juzgarlo. En este caso, se habla de lo mental como pensamiento analítico y lo que se enseña en las escuelas es a modelar la mente para este tipo de uso.
Ver la mente en este sentido, como instrumento de división, permite distinguirla fácilmente de la conciencia. La conciencia tiende a la comprensión del conjunto, integra y busca superar la dualidad, mientras que la mente fragmenta como método de análisis. Existe una tensión entre mente y conciencia, pues operan en estos dos sentidos contrarios. Pero, aun cuando operen en sentidos contrarios (división e integración), no son contradictorios, sino complementarios, y ambos son necesarios para avanzar en nuestra comprensión de nosotros y del mundo.
La otra manera de abordar lo mental proviene de Oriente. En esta tradición, la mente es como una pantalla neutra que nos permite proyectar lo que percibimos y toma la forma de lo percibido para transformarse en un contenido de la mente.
Si queremos saber qué es la mente, lo primero que tenemos que hacer es detenernos y observar cómo funciona. Para ello se utilizan técnicas de meditación. La meditación es un ejercicio que nos permite observar el contenido de nuestra mente cuando ésta toma la forma de pensamientos, sensaciones y emociones... Al observar el flujo del contenido de nuestra mente, podemos tener una idea de cómo es. El contenido de nuestra mente no es sólo lo que percibe nuestra mente, sino también el modo como lo hacemos... Si no logramos parar y observar el flujo mental, nunca lograremos saber cómo es nuestra mente y cuál es su contenido.
Lo anterior nos sirve para distinguir mente de conciencia. Podemos observar el contenido de la mente que cambia constantemente. Si nos damos cuenta de lo que observamos y si logramos darnos cuenta de lo que estamos haciendo, podremos distinguir el hecho de "darse cuenta" de los contenidos de la mente. El "darse cuenta" es un hecho de la conciencia, no es un hecho de la mente... Estar consciente es estar más allá de la mente, en un espacio sin forma. Es simplemente estar consciente.
Juan Casassus (2006), La educación del ser emocional, México, Castillo, p. 48-49.

 

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